Friday, September 15, 2006

fdshgiut.

Estaba como quebrada frente al monitor. Lo único que le salía era acercarse o alejarse de la pantalla procurando no lastimar demasiado su visión. Mierda, todo dolía, todo se clavaba, daba una vuelta de manzana y volvía y dolía y así sucesivamente. A ver si alguien le explicaba por qué la colilla del cigarrillo gritaba piedades que no le eran concedidas, clamaba por una libertad que se acababa en una boca gigante, en un inhalar y exhalar barcos y perros y violines y sonidos roncos y gargantas que no soportaban en delirio de ser esa y no serlo y a la vez querer serlo pero no poder, o algo así.
A ver si alguien le explicaba cuál era la forma correcta de protestar contra la insatisfacción que el mundo le provocaba, en lo más profundo de un martes a las 5 de la madrugada con olor a que todo pasó, miró y siguió de largo, de acabar con la sensación de que la música se reía de que todo había salido mal, de que las cosas estaban en un orden que no era, de que jaurigyebngiwmbug.
Y ahora prosiguiendo, quién le explicaría cómo romper con el horario ineludible que dentro de unas horas le susurraría al oído las ocho y media en sol mayor, cómo despertar de la melancolía de no pertenecerse, de ser esclava del tiempo y el espacio, de las palabras, de las imágenes, de las personas, de los monitores.¿Y quién se lo explicó?






.Kn.



Saturday, September 02, 2006


Más bien así, más bien desparramado y receptivo, esponjoso como todo era esponjoso apenas se lo miraba mucho y con los verdaderos ojos. […] Dentro de él nada estaba en su sitio pero al mismo tiempo –era cierto, era maravillosamente cierto-, en el suelo, o en el techo, debajo de la cama o flotando en una palangana había estrellas y pedazos de eternidad, poemas como soles y enormes caras de mujeres y de gatos donde ardía la furia de sus especies, en la mezcla de basura y placas de jade de su lengua donde las palabras se trenzaban noche y día en furiosas batallas de hormigas contra escolopendras, la blasfemia coexistía con la pura mención de las esencias, la clara imagen, con el peor lunfardo. El desorden triunfaba y corría por los cuartos con el pelo colgando en mechones astrosos, los ojos de vidrio, las manos llenas de barajas que no casaban, mensajes donde faltaban las firmas y los encabezamientos, y sobre las mesas se enfriaban platos de sopas, el suelo estaba lleno de pantalones tirados, de manzanas podridas, de vendas manchadas. Y todo eso de golpe crecía y era una música atroz, era más que el silencio afelpado de las casas en orden de sus parientes intachables, en mitad de la confusión donde el pasado era incapaz de encontrar un botón de camisa y el presente se afeitaba con pedazos de vidrio a falta de una navaja enterrada en alguna maceta, en mitad de un tiempo que se abría como una veleta a cualquier viento, un hombre respiraba hasta no poder más, se sentía vivir hasta el delirio en el acto mismo de contemplar la confusión que lo rodeaba y preguntarse si algo de eso tenía sentido. Todo desorden se justificaba si tendía a salir de sí mismo, por la locura se podía llegar acaso a una razón que no fuera esa razón cuya falencia es la locura.

Rayuela.






Kn.